Diferencia entre revisiones de «El Kami de las almas perdidas/Tercera parte»

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<poem>    Mithus Xalon plissa les yeux. Il réfléchissait. Son visage avait une teinte bleutée, coloré par le cube lumineux qui éclairait l'intérieur de la tente. Aux yeux de Lipsen, le chef de la Kuilde évoquait presque un gardien de la Karavan, un être tout de puissance retenue. Assise en face de lui, la jeune Tryker avait du mal à cacher son anxiété. Le Fyros l'impressionnait.
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Mithus Xalon entrecerró los ojos. Estaba pensando. Su rostro tenía un tinte azulado, coloreado por el cubo luminoso que iluminaba el interior de la tienda. A los ojos de Lipsen, el líder de la [[Kuilde]] casi evocó a un guardián de la [[Karavan]], un ser de poder contenido. Sentada frente a él, la joven [[Tryker]] luchó por ocultar su ansiedad. El [[Fyros]] la impresionaba.
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—&nbsp;Tu plan es audaz y bastante ... inusual. Pero puede salir bien. Y lo que está en juego es demasiado importante para volverme culpable de excesiva precaución.
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Lipsen se sintió asaltada por un inmenso orgullo. !!Ella iba a mostrar toda la tribu lo que era capaz!
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—&nbsp;¿Crees que puedes hacerlo por tu cuenta? preguntó Xalon mientras se levantaba.
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—&nbsp;Sí. Un ejército de guerreros no sería de ninguna ayuda para mí.
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Lipsen se levantó. Aunque era más pequeña que el Fyros, se sentía tan segura que sentía que podía alcanzar el dosel.
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—&nbsp;No era lo que estaba pensando, respondió el jefe de Kuilde mientras abría una cofrecito de madera esculpida. La bendición de la Diosa es un apoyo que no se puede desperdiciar.
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El jefe de la Kuilde entregó un pequeño objeto a la joven cazadora. Un cristal con formas redondeadas, transparente como el agua de los lagos de [[Aeden Aqueous]], que emitió reflejos iridiscentes.
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—&nbsp;Es un pacto de teletransportación. Rompe el cristal y serás transportado a un lugar seguro.
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Lipsen se inclinó ante los Fyros y lo agradeció respetuosamente.
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—&nbsp;Ahora tengo que preparar a los combatientes de la tribu, en caso de que la [[Compañía del Árbol Eterno]] decida echar una mano a los [[Recuperadores]]. Que la luz ilumine el peligroso camino que has elegido, hija de Jena.
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Al final de la tarde, los rayos del sol luchaban por atravesar las nubes. Lipsen salió del pueblo, llevándose consigo una gran bolsa que contenía todo lo que necesitaba. Tuvo que apresurarse para llegar al campamento abandonado antes del anochecer.
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La Luna estaba en medio del cielo cuando los [[Zorais]] vieron las primeras tiendas. Una ligera llovizna dejó caer gotas sobre su armadura ''tan-ko'' como un rocío nocturno. El Recuperadores entró en el campamento. Sacó de su bolso el jarrón de [[ámbar]] que había tomado al pie de los pilares de sacrificio y se acercó a la yurta con un paso indeciso.
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—&nbsp;Venerado [[Kami]] de las almas perdidas, te ofrezco este objeto como una ofrenda, para que pueda ser devuelto a la naturaleza como lo ordenan nuestras costumbres.
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Colocó el jarrón frente a la entrada de la tienda. Pasaron unos minutos. Atrevido, el homín se inclinó hacia la cortina de cuero para levantarlo. De repente, una mano con un aspecto vegetal brotó del interior de la yurta para llevar rápidamente la ofrenda. El Recuperador saltó hacia atrás y dio un grito de sorpresa.
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—&nbsp;Por este sacrificio, el favor de los espíritus recibirás. ¡Kamis, tu nombre conocen, Fa Gai-Guan!
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El Zorai reconoció la extraña voz del Kami de las almas perdidas. Cayó de rodillas e inclinó al suelo.
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—&nbsp;¡Gloria a Ma-Duk, gloria a sus Discípulos!
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—&nbsp;Tienes fe, una misión sagrada eres digno de cumplir. ¿Lo aceptarás?
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Fa Gai-Guan levantó la cabeza. Puso su mano sobre su pecho y habló con voz clara.
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—&nbsp;¡Sí! Estoy a su servicio, Oh Guardián de Atys !
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—&nbsp;Mayor sacrificio, almas atormentadas exigen. Solo entonces se les otorgará descanso. Impías reliquias por su tribu se guardia. Liangi do-Vi, Jefe de reciclaje, tiene las traer aquí antes del amanecer. !Mi mensajero seras, Fa Gai-Guan! ¡Date prisa!
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El homín saltó sobre sus pies y luego corrió veloz como el viento hacia el noreste. Parecía estar habitado por un fervor ardiente, y nada podría haberlo detenido en su carrera.
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Lipsen puso el jarrón de ámbar en su bolsa. Todo funcionó según lo planeado. Ella se quitó cuidadosamente sus guantes ''tashok''. El camuflaje hecho de musgo y ramitas había engañado al Zorai. Ahora tenía unas horas para perfeccionar su disfraz. La joven Tryker se puso a trabajar febrilmente.
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La oscuridad todavía estaba esperando el primer ataque del sol cuando los [[Recuperadores]] llegaron al campamento. Habían venido muchos, guiados por Fa Gai-Guan. Entre los guerreros de la tribu caminaba Liangi do-Vi. Su cabeza calva parecía un cráneo amenazante decorado con pinturas mortuorias. Blandió una imponente masa ''kanka''. Dos homins lo siguieron de cerca, cada uno con una cesta de mimbre cerrada. Los Zorais se reunieron frente a la yurta. Fa Gai-Guan se arrodilló y habló :
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—&nbsp;¡Su voluntad se ha cumplido, o Kami de las almas perdidas! En esta noche se encuentra ante usted el poderoso Liangi do-Vi, guía supremo de nuestra tribu. ¡Elogie su nombre!
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El jefe de los Recuperadores dio un paso adelante.
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—&nbsp;Espíritu de la naturaleza, concédenos el privilegio de poner ojos en usted. Así nuestros corazones se llenarán con tu presencia.
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Habló con voz tranquila y silenciosa. Su actitud cautelosa contrastaba con la exaltación mística de Fa Gai-Guan. El momento de la verdad había llegado.
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Una forma salta fuera de la tienda. Los Zorais se retrocedieron. A pesar de su pequeño tamaño, el Kami de las almas perdidas tenía una apariencia impresionante. Estaba agachado, como los espíritus de salamandra del desierto. Su cuerpo cubierto de musgo estaba erizado de ramas. Su cabeza parecía la de un pez nadando en los océanos del bosque. Grandes helechos en los colores del otoño adornaban su espalda como alas silvestre.
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—&nbsp;Sabio eres tú, que habías oído mi llamado, exclamó el Kami con voz aguda. ¡Un sacrificio, almas perdidas exigen! Los artículos tomados de nuestros enemigos, ¿los trajiste?
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Los dos portadores de canastas colocaron su preciosa carga en el suelo.
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—&nbsp;Aquí están las reliquias de la Kuilde. En su apariencia, no hay duda de que son de origen Karavan.
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Los Recuperadores exhibieron dos cubos de metal adornados con extrañas inscripciones.
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—&nbsp;Estas cosas sacrílegas, a la naturaleza serán devueltas. Por lo tanto, con esta ofrenda, los homines que perecieron aquí podrán reanudar su largo viaje a la dicha de Ma-Duk !
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Apareció la primera luz del amanecer. El Kami acompañó sus palabras con extraños signos conocidos por él solo.
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—&nbsp;Ahora tenéis que irse. Los vivos, los muertos no aprecian la compañía. ¡Por el Gran Padre, sed bendecidos!
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Liangi do-Vi puso su mano sobre uno de los cubos
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—&nbsp;Oh Guardián de Atys, nos gustaría presenciar el sacrificio. Al traerte estas reliquias, ¿no nos hemos ganado este privilegio?
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El Kami parecía sorprendido. ¿Quiénes eran estos homins para desafiar su voluntad?
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Lipsen estaba sudando bajo su yelmo cubierto de vegetación. Tuvo que salir de esta situación. Decidió intentar intimidación.
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—&nbsp;Por lo que habéis logrado, seréis recompensados. Pero solo en mi presencia, la ofrenda debe hacerse. ¡Esto es lo que exigen los espíritus de este lugar!
  
− <q>Ton plan est audacieux et plutôt… inhabituel. Mais il peut réussir. Et l'enjeu est trop important pour que je me rende coupable d'un excès de prudence.</q>
+
Los Recuperadores se miraron, preocupados. Pero su jefe no se desmoronó.
  
    Lipsen sentit une immense fierté l'envahir. Elle allait montrer à toute la tribu ce dont elle était capable !
+
—&nbsp;Siempre hemos servido fielmente al Gran Padre. La savia de mi tribu fue derramada para obtener estas reliquias. Merecemos estar aquí.
− <q>Penses-tu pouvoir y arriver seule ?</q> demanda Xalon tout en se levant.
+
Tenemos miedo ni a los muertos ni a los vivos !
− <q>Oui. Une armée de guerriers ne me serait d'aucune aide.</q>
 
    Lipsen se mit debout. Bien qu'elle soit plus petite que le Fyros, elle éprouvait tant d'assurance qu'elle avait l'impression de pouvoir atteindre la canopée !
 
− <q>Ce n'est pas à cela que je pensais</q>, répondit le chef de la Kuilde tout en ouvrant un coffret de bois sculpté. <q>La bénédiction de la Déesse est un soutien que l'on ne saurait refuser.</q>
 
    Le chef de la [[Kuilde]] tendit un petit objet à la jeune chasseuse. Un cristal aux formes arrondies, transparent comme l'eau des lacs d'Aeden Aqueous, qui renvoyait des reflets irisés.
 
− <q>C'est un pacte de téléportation. Brise le cristal, et tu seras transporté en lieu sûr.</q>
 
    Lipsen s'inclina devant le Fyros. Elle le remercia respectueusement.
 
− <q>Je dois maintenant préparer les combattants de la tribu, au cas où la Compagnie de l'Arbre Éternel décide de prêter main-forte aux Recycleurs. Que la Lumière éclaire la voie périlleuse que tu as choisie, enfant de Jena.</q>
 
  
    En cette fin d'après-midi, les rayons du soleil avaient du mal à percer les nuages. Lipsen quitta le village, emportant avec elle un grand sac qui contenait tout ce dont elle avait besoin. Elle devait se hâter pour atteindre le campement abandonné avant la tombée de la nuit.
+
El Kami se quedó silencioso. Parecía estar pensando.
    La lune trônait au beau milieu du ciel lorsque le Zoraï aperçut les premières tentes. Une bruine légère déposait des gouttelettes sur son armure tan-ko telle une rosée nocturne. Le Recycleur pénétra dans le camp. Il sortit de son sac le vase d'ambre qu'il avait pris au pied des stèles de sacrifice et s'approcha de la yourte d'un pas hésitant.
 
− <q>Vénéré Kami des âmes perdues, je t'apporte en offrande cet objet, afin qu'il soit rendu à la nature comme le veulent nos coutumes.</q>
 
    Il déposa le vase devant l'entrée de la tente. Quelques minutes s'écoulèrent. Enhardi, l'homin se pencha vers le rideau de cuir pour le soulever. Soudain, une main à l'aspect végétal jaillit de l'intérieur de la yourte pour s'emparer prestement de l'offrande. Le [[Recycleurs|Recycleur]] bondit en arrière en poussant un cri de surprise.
 
− <q>Par ce sacrifice, la faveur des esprits tu recevras. Des Kamis, ton nom est connu, Fa Gai-Guan !</q>
 
    Le Zoraï reconnut la voix étrange du Kami des âmes perdues. Il tomba à genoux puis se prosterna face contre terre.
 
− <q>Gloire à Ma-Duk, gloire à ses Disciples !</q>
 
− <q>Tu as la foi, une mission sacrée tu es digne d'accomplir. L'accepteras-tu ?</q>
 
    Fa Gai-Guan releva la tête. Il mit sa main sur sa poitrine et parla d'une voix claire.
 
− <q>Oui ! Je suis à ton service, Ô Gardien d'Atys !</q>
 
− <q>Un plus grand sacrifice, les âmes tourmentées réclament. Alors seulement, le repos leur sera accordé. Des reliques impies par ta tribu sont détenues. Que Liangi Do-Vi, chef des Recycleurs, les apporte ici avant l'aube. Mon messager tu seras, Fa Gai-Guan ! Hâte-toi !</q>
 
    L'homin sauta sur ses pieds puis fila comme le vent vers le nord-est. Il semblait habité d'une brûlante ferveur, et rien n'aurait pu l'arrêter dans sa course.
 
  
    Lipsen rangea le vase d'ambre dans son sac. Tout avait marché comme prévu. Elle retira précautionneusement ses gants tashok. Le camouflage fait de mousse et de brindilles avait donné le change au Zoraï. Elle avait maintenant quelques heures pour parfaire son déguisement. La jeune Tryker se mit au travail avec fébrilité.
+
—&nbsp;Siervos leales, os habéis mostrado, acabó por responder el Kami. Este favor, doy mi consentimiento para concederos. ¡Os alejáis, homins! gritó, agitando los brazos.
  
    L'obscurité guettait encore les premiers assauts du soleil lorsque les [[Recycleurs]] se présentèrent au campement. Ils étaient venus nombreux, guidés par Fa Gai-Guan. Au milieu des guerriers de la tribu marchait Liangi Do-Vi. Sa tête chauve ressemblait à un crâne menaçant décoré de peintures mortuaires. Il brandissait une imposante masse kanka. Deux homins le suivaient de près, chacun portant un panier fermé en osier. Les Zoraïs se rassemblèrent devant la yourte. Fa Gai-Guan s'agenouilla et prit la parole :
+
Los Zorais dieron unos pasos atrás. El Kami se acercó a los cubos y murmuró palabras incomprensibles. En su mano derecha brillaban partículas cristalinas, brillantes colores del arcoíris.
− <q>Ta volonté a été accomplie, Ô Kami des âmes perdues ! En cette nuit se tient devant toi le puissant Liangi Do-Vi, guide suprême de notre tribu. Loué soit son nom !</q>
 
  Le chef des [[Recycleurs]] s'avança.
 
− <q>Esprit de la nature, accorde-nous le privilège de poser les yeux sur toi. Ainsi nos coeurs seront-ils remplis de ta présence.</q>
 
    Il parlait d'une voix calme et posée. Son attitude prudente contrastait avec l'exaltation mystique de Fa Gai-Guan. Le moment de vérité était arrivé.
 
  
    Une forme bondit hors de la tente. Les Zoraïs reculèrent. Malgré sa petite taille, le Kami des âmes perdues avait une apparence impressionnante. Il se tenait accroupi, à la manière des esprits salamandres du désert. Son corps moussu était hérissé de branchages. Sa tête ressemblait à celle d'un poisson nageant dans des océans forestiers. De grandes fougères aux couleurs de l'automne ornaient son dos telles des ailes sylvestres.
+
Liangi do-Vi se crispó. Ya había visto tales reflejos en manos de los seguidores de Karavan. Instintivamente, corrió a las reliquias. ¡Demasiado tarde! Agarrando los objetos sagrados contra él, el Kami de las almas perdidas desapareció en una risa clara tal como la madrugada que que se acercaba.
− <q>Sage as-tu été, d'avoir entendu mon appel, s'exclama le Kami d'une voix aiguë. Un sacrifice, les âmes perdues exigent ! Les objets pris à nos ennemis, les as-tu apportés ?</q>
 
    Les deux porteurs de paniers posèrent au sol leur précieux chargement.
 
− <q>Voici les reliques de la [[Kuilde]]. À leur aspect, il n'y a aucun doute qu'elles soient d'origine Karavan.</q>
 
    Les [[Recycleurs]] exhibèrent deux cubes métalliques ornés d'étranges inscriptions.
 
− <q>Ces choses sacrilèges, à la nature seront rendues. Ainsi par cette offrande, les homins qui ont péri ici pourront reprendre leur long chemin vers la félicité de Ma-Duk !</q>
 
  
    Les premières lueurs de l'aube apparurent. Le Kami accompagna ses paroles de signes étranges connus de lui seul.
+
Lipsen Be'Laury fue invitado a unirse a la Kuilde a finales de otoño. Ella se convirtió en la mejor cazadora de la tribu. Hoy, recorre el norte de los bosques del Nexus y rastrea bestias salvajes para alimentar a su clan. Evitó aventurarse al sur, y nunca regresó al campamento abandonado... ¿Tal vez por miedo a conocer al verdadero Kami de las almas perdidas?
− <q>Maintenant, partir vous devez. Des vivants, les morts n'apprécient guère la compagnie. Par le Grand Géniteur, soyez bénis !</q>
+
<noinclude>
 +
[[El Kami de las almas perdidas/Segunda parte|Fin]]
  
    Liangi Do-Vi posa la main sur l'un des cubes.
 
− <q>Ô Gardien d'Atys, nous voudrions assister au sacrifice. En t'amenant ces reliques, n'avons-nous pas gagné ce privilège ?</q>
 
    Le Kami sembla surpris. Qui étaient ces homins pour contester sa volonté ?
 
    Lipsen transpirait sous son heaume couvert de végétation. Il fallait qu'elle se tire de cette situation. Elle décida de tenter l'intimidation.
 
− <q>Pour ce que vous avez accompli, récompensés vous serez. Mais en ma seule présence, l'offrande doit être faite. Ainsi l'exigent les esprits de ce lieu !</q>
 
    Les [[Recycleurs]] se regardèrent, inquiets. Mais leur chef ne se démonta pas.
 
− <q>Nous avons toujours servi fidèlement le Grand Géniteur. La sève de ma tribu a été versée pour obtenir ces reliques. Nous méritons d'être présents. Nous ne craignons ni les morts, ni les vivants !</q>
 
    Le Kami resta silencieux. Il semblait réfléchir.
 
− <q>De loyaux serviteurs, vous vous êtes montrés, finit-il par répondre. Cette faveur, je consens à vous accorder. Écartez-vous, homins ! s'écria-t-il en agitant les bras.</q>
 
    Les Zoraïs firent quelques pas en arrière. Le Kami s'approcha des cubes et marmonna des paroles incompréhensibles. Dans sa main droite brillait des particules cristallines, scintillant des couleurs de l'arc-en-ciel.
 
    Liangi Do-Vi se crispa. Il avait déjà vu de semblables reflets dans les mains des adeptes de la Karavan. Instinctivement, il se précipita vers les reliques. Trop tard ! Serrant contre lui les objets sacrés, le Kami des âmes perdues disparut dans un rire clair comme le matin qui s'annonçait.
 
    Lipsen Be'Laury fut invitée à rejoindre la [[Kuilde]] à la fin de l'automne. Elle devint la plus grande chasseuse de la tribu. Elle arpente aujourd'hui le nord des forêts du [[Nexus]], traquant les bêtes sauvages pour nourrir son clan. Elle évite de s'aventurer vers le sud, et n'est jamais retournée au campement abandonné... Peut-être par crainte de rencontrer le vrai Kami des âmes perdues ?</poem>
 
<noinclude><br />
 
<br />
 
''[[Le Kami des âmes perdues/Troisième partie|Fin]]''
 
 
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| colspan="3" style=" text-align:center;" |[[Le Kami des âmes perdues]]
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| colspan="3" style=" text-align:center;" |[[El Kami de las almas perdidas]]
 
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| style=" text-align:center;"|[[Le Kami des âmes perdues/Première partie|Première partie]] || [[Le Kami des âmes perdues/Seconde partie|Seconde partie]] || [[Le Kami des âmes perdues/Troisième partie|Troisième partie]]
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| style=" text-align:center;"|[[El Kami de las almas perdidas/Primera parte|Primera parte]] || [[El Kami de las almas perdidas/Segunda parte|Segunda parte]] || [[El Kami de las almas perdidas/Tercera parte|Tercera parte]]
 
|}</noinclude>
 
|}</noinclude>
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<noinclude>{{Clear}}</noinclude>
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----<small><references/></small>
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<!--{{read more|algo}}-->
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----{{Last version link|El Kami de las almas perdidas/Tercera parte}}<noinclude>
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{{Portal|Kami|Crónicas 2525 - 2562}}
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<!--[[Category:Encyclopatys]]-->
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</noinclude>

Revisión actual del 23:35 22 abr 2021

es:El Kami de las almas perdidas/Tercera parte
fr:Le Kami des âmes perdues/Tercera partie
 
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Texto de referencia (Texto actualizado, utilizado como referencia) :
Notas :

El Kami de las almas perdidas - Tercera parte

Mithus Xalon entrecerró los ojos. Estaba pensando. Su rostro tenía un tinte azulado, coloreado por el cubo luminoso que iluminaba el interior de la tienda. A los ojos de Lipsen, el líder de la Kuilde casi evocó a un guardián de la Karavan, un ser de poder contenido. Sentada frente a él, la joven Tryker luchó por ocultar su ansiedad. El Fyros la impresionaba.

— Tu plan es audaz y bastante ... inusual. Pero puede salir bien. Y lo que está en juego es demasiado importante para volverme culpable de excesiva precaución.

Lipsen se sintió asaltada por un inmenso orgullo. !!Ella iba a mostrar toda la tribu lo que era capaz!

— ¿Crees que puedes hacerlo por tu cuenta? preguntó Xalon mientras se levantaba.

— Sí. Un ejército de guerreros no sería de ninguna ayuda para mí.

Lipsen se levantó. Aunque era más pequeña que el Fyros, se sentía tan segura que sentía que podía alcanzar el dosel.

— No era lo que estaba pensando, respondió el jefe de Kuilde mientras abría una cofrecito de madera esculpida. La bendición de la Diosa es un apoyo que no se puede desperdiciar.

El jefe de la Kuilde entregó un pequeño objeto a la joven cazadora. Un cristal con formas redondeadas, transparente como el agua de los lagos de Aeden Aqueous, que emitió reflejos iridiscentes.

— Es un pacto de teletransportación. Rompe el cristal y serás transportado a un lugar seguro.

Lipsen se inclinó ante los Fyros y lo agradeció respetuosamente.

— Ahora tengo que preparar a los combatientes de la tribu, en caso de que la Compañía del Árbol Eterno decida echar una mano a los Recuperadores. Que la luz ilumine el peligroso camino que has elegido, hija de Jena.

Al final de la tarde, los rayos del sol luchaban por atravesar las nubes. Lipsen salió del pueblo, llevándose consigo una gran bolsa que contenía todo lo que necesitaba. Tuvo que apresurarse para llegar al campamento abandonado antes del anochecer.

La Luna estaba en medio del cielo cuando los Zorais vieron las primeras tiendas. Una ligera llovizna dejó caer gotas sobre su armadura tan-ko como un rocío nocturno. El Recuperadores entró en el campamento. Sacó de su bolso el jarrón de ámbar que había tomado al pie de los pilares de sacrificio y se acercó a la yurta con un paso indeciso.

— Venerado Kami de las almas perdidas, te ofrezco este objeto como una ofrenda, para que pueda ser devuelto a la naturaleza como lo ordenan nuestras costumbres.

Colocó el jarrón frente a la entrada de la tienda. Pasaron unos minutos. Atrevido, el homín se inclinó hacia la cortina de cuero para levantarlo. De repente, una mano con un aspecto vegetal brotó del interior de la yurta para llevar rápidamente la ofrenda. El Recuperador saltó hacia atrás y dio un grito de sorpresa.

— Por este sacrificio, el favor de los espíritus recibirás. ¡Kamis, tu nombre conocen, Fa Gai-Guan!

El Zorai reconoció la extraña voz del Kami de las almas perdidas. Cayó de rodillas e inclinó al suelo.

— ¡Gloria a Ma-Duk, gloria a sus Discípulos!

— Tienes fe, una misión sagrada eres digno de cumplir. ¿Lo aceptarás?

Fa Gai-Guan levantó la cabeza. Puso su mano sobre su pecho y habló con voz clara.

— ¡Sí! Estoy a su servicio, Oh Guardián de Atys !

— Mayor sacrificio, almas atormentadas exigen. Solo entonces se les otorgará descanso. Impías reliquias por su tribu se guardia. Liangi do-Vi, Jefe de reciclaje, tiene las traer aquí antes del amanecer. !Mi mensajero seras, Fa Gai-Guan! ¡Date prisa!

El homín saltó sobre sus pies y luego corrió veloz como el viento hacia el noreste. Parecía estar habitado por un fervor ardiente, y nada podría haberlo detenido en su carrera.

Lipsen puso el jarrón de ámbar en su bolsa. Todo funcionó según lo planeado. Ella se quitó cuidadosamente sus guantes tashok. El camuflaje hecho de musgo y ramitas había engañado al Zorai. Ahora tenía unas horas para perfeccionar su disfraz. La joven Tryker se puso a trabajar febrilmente.

La oscuridad todavía estaba esperando el primer ataque del sol cuando los Recuperadores llegaron al campamento. Habían venido muchos, guiados por Fa Gai-Guan. Entre los guerreros de la tribu caminaba Liangi do-Vi. Su cabeza calva parecía un cráneo amenazante decorado con pinturas mortuorias. Blandió una imponente masa kanka. Dos homins lo siguieron de cerca, cada uno con una cesta de mimbre cerrada. Los Zorais se reunieron frente a la yurta. Fa Gai-Guan se arrodilló y habló :

— ¡Su voluntad se ha cumplido, o Kami de las almas perdidas! En esta noche se encuentra ante usted el poderoso Liangi do-Vi, guía supremo de nuestra tribu. ¡Elogie su nombre!

El jefe de los Recuperadores dio un paso adelante.

— Espíritu de la naturaleza, concédenos el privilegio de poner ojos en usted. Así nuestros corazones se llenarán con tu presencia.

Habló con voz tranquila y silenciosa. Su actitud cautelosa contrastaba con la exaltación mística de Fa Gai-Guan. El momento de la verdad había llegado.

Una forma salta fuera de la tienda. Los Zorais se retrocedieron. A pesar de su pequeño tamaño, el Kami de las almas perdidas tenía una apariencia impresionante. Estaba agachado, como los espíritus de salamandra del desierto. Su cuerpo cubierto de musgo estaba erizado de ramas. Su cabeza parecía la de un pez nadando en los océanos del bosque. Grandes helechos en los colores del otoño adornaban su espalda como alas silvestre.

— Sabio eres tú, que habías oído mi llamado, exclamó el Kami con voz aguda. ¡Un sacrificio, almas perdidas exigen! Los artículos tomados de nuestros enemigos, ¿los trajiste?

Los dos portadores de canastas colocaron su preciosa carga en el suelo.

— Aquí están las reliquias de la Kuilde. En su apariencia, no hay duda de que son de origen Karavan.

Los Recuperadores exhibieron dos cubos de metal adornados con extrañas inscripciones.

— Estas cosas sacrílegas, a la naturaleza serán devueltas. Por lo tanto, con esta ofrenda, los homines que perecieron aquí podrán reanudar su largo viaje a la dicha de Ma-Duk !

Apareció la primera luz del amanecer. El Kami acompañó sus palabras con extraños signos conocidos por él solo.

— Ahora tenéis que irse. Los vivos, los muertos no aprecian la compañía. ¡Por el Gran Padre, sed bendecidos!

Liangi do-Vi puso su mano sobre uno de los cubos

— Oh Guardián de Atys, nos gustaría presenciar el sacrificio. Al traerte estas reliquias, ¿no nos hemos ganado este privilegio?

El Kami parecía sorprendido. ¿Quiénes eran estos homins para desafiar su voluntad?

Lipsen estaba sudando bajo su yelmo cubierto de vegetación. Tuvo que salir de esta situación. Decidió intentar intimidación.

— Por lo que habéis logrado, seréis recompensados. Pero solo en mi presencia, la ofrenda debe hacerse. ¡Esto es lo que exigen los espíritus de este lugar!

Los Recuperadores se miraron, preocupados. Pero su jefe no se desmoronó.

— Siempre hemos servido fielmente al Gran Padre. La savia de mi tribu fue derramada para obtener estas reliquias. Merecemos estar aquí. Tenemos miedo ni a los muertos ni a los vivos !

El Kami se quedó silencioso. Parecía estar pensando.

— Siervos leales, os habéis mostrado, acabó por responder el Kami. Este favor, doy mi consentimiento para concederos. ¡Os alejáis, homins! gritó, agitando los brazos.

Los Zorais dieron unos pasos atrás. El Kami se acercó a los cubos y murmuró palabras incomprensibles. En su mano derecha brillaban partículas cristalinas, brillantes colores del arcoíris.

Liangi do-Vi se crispó. Ya había visto tales reflejos en manos de los seguidores de Karavan. Instintivamente, corrió a las reliquias. ¡Demasiado tarde! Agarrando los objetos sagrados contra él, el Kami de las almas perdidas desapareció en una risa clara tal como la madrugada que que se acercaba.

Lipsen Be'Laury fue invitado a unirse a la Kuilde a finales de otoño. Ella se convirtió en la mejor cazadora de la tribu. Hoy, recorre el norte de los bosques del Nexus y rastrea bestias salvajes para alimentar a su clan. Evitó aventurarse al sur, y nunca regresó al campamento abandonado... ¿Tal vez por miedo a conocer al verdadero Kami de las almas perdidas?

Fin

El Kami de las almas perdidas
Primera parte Segunda parte Tercera parte




Última versión 2021-04-23•