De EnciclopAtys
{{Quotation|'Extracto de una carta dirigida a Melkiar el Negro Varinx, en las Tierras Antiguas, escrita por Aen la Cuchilla del Desierto.
Melkiar goza de excelente salud, y no dudo de que será apta para sucederte como líder de los clanes merodeadores. Pero dejemos atrás las predicciones futuristas y pasemos al motivo de esta carta, oh poderoso Varinx Negro. Me temo que la mayor parte de ella te resultará muy desagradable, pero es mi deber contarte los acontecimientos de los últimos días, tú que me convertiste en la Cuchilla del Desierto.
El rumor me llegó a través de su hija Akilia Ashstorm, y debo admitir que me reí mucho. El emperador Dexton ha pedido a su pueblo que construya torres de vigilancia y campamentos militares para vigilar la actividad de los kitins y los merodeadores. La idea me parece comprensible en lo que respecta a los kitins, pero en lo que respecta a los merodeadores, es de risa. Intrigado, me dirigí a las obras, la mayoría de las cuales ya estaban terminadas. Arrivée au campement inachevé du Couloir Brûlé, j'ai rencontré une troupe de fyros portant le blason des Prophètes de la Lumière. Fue una batalla muy desigual, y aunque no me derrotaron fácilmente, sacaron lo mejor de mí y de mis numerosos guardias. Gracias a nuestro dominio de la resurrección y el teletransporte, me dirigí rápidamente a Quatre Chemins, donde se encontraba el almacén. Por desgracia, un patriota me vio y dio la alarma en Pyr. Su destino no fue diferente al de muchos de los que incurren en mi ira, como ya sabes, oh Melkiar.
Uno de nuestros antiguos seguidores se ha vuelto contra mí y contra mi poder. lo recuerdo muy bien, y sé en particular que lideraba el Clan de los Merodeadores Oscuros. puede estar seguro, mi señor, de que el mensaje de no volver a confiar en un homín tan traicionero que no es fiel a su palabra ha sido transmitido a mis compañeros de las Nuevas Tierras. el caído también ayudó a unos quince Patriotas fyros a luchar contra mí. Mis guardias cayeron uno tras otro, siendo los fyros ayudados por los guardias del campamento cercano. Tras muchas horas de encarnizada lucha, ya que no me dejé impresionar por el número de los atacantes, me hundí en la oscuridad de la inconsciencia, y hoy, por desgracia, debo descansar, ya que aún tengo algunas secuelas de esta batalla. Creo que he perdido algunos de nuestros cristales en estas batallas inútiles, me doy cuenta, Varinx Negro, y ese es el motivo de mi vergüenza.
Espero no tener que mancillar nunca más el ilustre nombre que es el tuyo, ni la lealtad que me une a ti. Pero ya oigo soplar el viento, y pronto serán cenizas. Porque tu hija, Akilia, las reducirá a ello.