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Hace muchos años, cuando la hominidad apenas se había aventurado a salir de la oscuridad de la preexistencia, una tribu nómada acampó en el corazón de las tierras de las antiguas selvas. El jefe Zoraï, aquel llamado Cho, se sentó detrás de una fogata bajo un árbol, contemplando el cielo nocturno cuando una extraña presencia animó las fibras de su cuerpo, y calentó el líquido dentro de sus sienes. El cerró sus ojos y experimentó la culminación interior que calmó sus heridas mientras de sus ojos brotaban las primeras Lágrimas de Serenidad.
Lentamente abrió sus ojos y a través de una visión borrosa vio la fuente de su armonía y paz interior posada en un árbol. La aparición le devolvió el saludo, se desvaneció y luego reapareció frente a él. Cho se inclinó en un acto de sumisión y la entidad dijo: ‘’’’’Kami, hambriento’’’’’ y colocó sus manos en su pecho. Instintivamente entendió que el Kami estaba hambriento de corazón, Cho se puso de rodillas y se llevó la mano al corazón igualmente: ‘’’’’Sí, Cho desea más amistad, divino Kami ¿Cómo puedo ganar tu amor?’’’’’
El Kami apuntó al árbol donde apareció primero y Cho inmediatamente entendió que la infección de Goo había preocupado al kami. ‘’’’’ Me estableceré aquí, Kami, mi pueblo te servirá y limpiará la tierra de la enfermedad devoradora como tú has limpiado mi espíritu.’’’’’
Cho divulgó la voz entre sus hermanos de todas las tierras para reunirlos en torno a la experiencia de los Kami, para que ellos también pudieran sentir la paz y aliviar su angustia interior. El primer templo magnífico para la gloria de Jena y sus Guardianes Kami se construyó en el mismo lugar de la iluminación de Cho y se convirtió en Zoran, la antigua capital de los Zoraï. Y nos recuerda las palabras de Cho: ‘’’’’Está al alcance de todo homínido sentir las Lágrimas de la Serenidad.’’’’’— Una historia Kami, como fue contada por Jai Bai-Wong, un Zoraï,’’