De EnciclopAtys
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Revisión actual del 15:17 22 feb 2022
Una historia contada por Be'cauer Handan.
Los Fyros han sido siempre fascinado por el Gran Dragón, criatura legendaria de la pura destrucción. Los que pueden percibir en él los acontecimientos y combatirlos son seres excepcionales. Se me contó la historia de uno de ellos durante mi primer viaje al Desierto Ardiente. Estaba gratamente recibido por una pequeña tribu, y, por la tarde, alrededor de un fuego, un desdentado viejo Fyros empezó a contar una historia. Ellos trajeron pequeños trozos de carne que había pasado demasiado tiempo bajo el sol del desierto, así que no me atreví a tocar, y para quedar bien, he escuchado con toda mi atención, tomando notas.
Lekos Daraan era sólo un niño cuando vio por primera vez un incendio. Un período de sequía había descendido sobre el Desierto Ardiente. Un día, cuando su juego le había arrastrado fuera de la vigilancia de sus padres, Lekos percibió la emanación de una poderosa energía a su alrededor. Se hallaba entonces en el este del Bosque en Llamas en un perímetro de seguridad delimitado por su tribu. Mientras estaba buscando lo que podría causar esa sensación, los bothayas del entorno comenzaron a brillar de una manera extraña, liberando progresivamente el Incendiario de las trabas de la corteza. Antes de que el niño pudiera comprender la amenaza y refugiarse, las primeras chispas surgieron de un bothaya para darle caza. Una voracidad mortal parecía animar el brazero creciente que pronto aumentaba en intensidad mientras que el penetrante olor que emana de una fumarola arrancó una tos de jóven Fyros huyendo. De repente, el dragón exhaló un humo negro que oscurece la visión del niño y completó para desorientar. Alrededor, la combustión explosiva de la vegetación parecía movida por la voluntad del dragón cuales pasos empezarón a resonar sobre la Corteza con crujidos aterradores. Lekos sintió su corazón encogerse cuando un zerx cubierto de quemaduras lo atropello en su desesperada huida. Sin llegar a levantarse, el niño tomó una pequeña rama, la agitó hacia el suelo, en vano pero con valentía desafiando El Gran Incendiario. El sudor y el humo que picaba los ojos lo cegaron y pensó por un momento que el monstruo del mito estaba allí, delante de él, listo para devorarlo. De repente, oyó gritos. Su tribu luchó valientemente contra las llamas. Una cadena de homines se formó a partir de un tanque cercano. Se estaban echando cubos de agua con ritmo alrededor de la raíz del incendio, circunscribiendo la amenaza en tenazas de aserrín húmedo. Manos poderosas agararon Lekos y, con un suspiro de alivio, su padre lo levantó para apretarle contra él. Al llevar a su hijo al campamento, le reveló: "Lo que viste, ¡jamas hay que olvidarlo! Recuerda que tu vigilancia será siempre tu mejor arma porque jamas su fuego se apagara. Un día, te tocara a ti de cuidar del sueno del dragón, pero ahora, ya aprendiste lo que es un vigilante. "
Mirando hacia arriba desde mi pergamino, cruzé con la mirada maliciosa del viejo Fyros. Iba a interrogarle cuando fuimos interrumpidos por dos niños que estaban sentados delante de mí para disfrutar de la historia. El primera exclamó enfáticamente: "¡Rooaar! ¡Soy el Incendiario! ¡Te voy a comer! " causando la hilaridad de su joven compañero que respondió en el mismo tono:" ¡Sin miedo! ¡En primer lugar, tengo poderes de Vigilante! " Los dos niños fingen una batalla épica con gran detalle, mientras que continuaron a correr alrededor de la fogata. Como era de esperar, rápidamente, uno de ellos se quemo con un ramito que salio accidentalmente del fuego. Inmediatamente saqué de mi bolsa un neceser de auxilios para hacerle un vendaje. El muchacho me dio una sonrisa depredadora soltándome en fyrk "¡Akep, atalmalos!"*. Sin apartarse de su mohín de burla, mi amigo narrador se puso de pie, teniendo cuidado de estirar sus articulaciones antes de dispersar su público joven, exclamando: "¡Vale, Vaya! Vuelva a divertirse ahora, pero no olvide: ¡ no jugamos con fuego! "
¡Gracias, tío!