Correspondencia entre Tridi Lillo y su hijo, publicada en 2582, de la cual sus pocas copias fueron rápidamente confiscadas. De todas maneras, la publicación pudo ser copiada y bastantes cubos de ámbar todavía circulan en el Reino, entre los cuales está este.
Mi querido hijo,
Te escribo desde el Palacio Imperial donde, como sabes, ahora estoy viviendo desde que ocupo el rango honorable de menina de la Karae Lea.
Aquí tengo el privilegio de ver a muchas personas importantes. Cada día que paso aquí incrementa un poco la reputación de nuestro linaje dentro de la Alta Corte.
La Karae, joven esposa bendecida ya por Jena, demuestra ser una homina de gran belleza. Pero lo más impresionante es la fuerte personalidad que emana de ella, rodeándola de un halo casi divino, que inspiran tanto respeto como admiración.
Quizá algún día tengas el privilegio de acercarte a ella, hijo mio. Entonces, entenderás el significado de mis palabras.
Espero que esta carta te encuentre sano y que hayas prosperado en el arte del uso de las armas. No descuides tus oraciones a la Diosa, que Ella pose Sus ojos sobre ti, que te llene con Su benevolente Luz y que te de mi amor maternal.
Tu querida madre;
Tridi Lillo
Mi querido hijo,
¡Me alegro de tu nuevo rango! Por Jena, ¡Eres tan joven y ya eres Teniente! Algún día, estoy segura, me darás la noticia de que has sido promovido a General de nuestros ejércitos.
A Palacio, la vida sigue su curso. ¡La era de Jinovitch parece ya tan lejana! Eso que sin embargo hace cuatro años que el tirano está muerto. Mas el tiempo apacigua los espíritus, como las lágrimas de Jena que caen del cielo.
No obstante, en su lugar a quedado un alma atormentada: una persona que escucho frecuentemente gritar desde mi coqueta habitación, y que me cuesta apaciguar. Provienen de la Karae en persona. En efecto, ella a menudo se despierta sobresaltada, bañada en sudor, los ojos como platos bajo el influjo de una visión de pesadilla: la de su padre, el gran botánico Bravichi Lenardi quemado vivo en la hoguera.
Le rezo a la Diosa para que el cercano alumbramiento real apacigüe los tormentos nocturnos de la Karae. Yo sé que vista la seguridad que ella muestra delante de todos, hijo mío, es difícil creer mis palabras. Mas sin embargo, estas son verídicas.
Que esta carta pueda transmitirte todo mi afecto, mi amado hijo.
Jena Aiye,
Tu madre, orgullosa de ti,
Tridi Lillo
Mi querido hijo,
Tu tutor te habrá explicado ya las razones de la boda entre el Karan Yrkanis y la Karae Lea. Pero dudo que sepas los motivos ocultos de esto, así que trataré de explicártelos.
El padre de Lea Lenardi, el ilustre botánico Bravichi Lenardi, creador de la famosa Pared Verde en Jardín Pasajero, no tuvo la suerte de tener un hijo. Ahora, ¿De que le habría servido pasar sus conocimientos a su hija cuando solo los varones deberían tener el poder?
De esta manera, pasó que el Karan Yasson a encargó el tutelaje del Karin Yrkanis a Bravichi, para asegurarse de que el heredero del trono se beneficiaría de su erudición. ¡Imagina el júbilo del botánico! La Madre no le dio un hijo, ¡Pero Yasson le ha confiado el suyo! Es con entusiasmo ilimitado que trajo Bravichi Lenardi al joven Karin. Y pronto, lo amo como a un hijo propio.
Por supuesto, Lea todavía tenía el amor de su padre, pero no importaba lo que hiciese, seguía siendo una simple chica. A sus ojos, Yrkanis le estaba robando a su padre, y ninguna oración a Jena podría disipar sus tormentos.
El Rey Yasson y su arquitecto botánico, Bravichi Lenardi, decidieron la futura unión de sus respectivos hijos. Esta alianza prometida llenaba el corazón de Bravichi, por que sus dos hijos favoritos se iban a unir. Es cierto que el no había engendrado a un Rey, pero a través de su hija, esa falta iba a ser reparada.
Años después, después de que Yrkanis ascendiera al trono, la boda fue celebrada. Yasson y Bravichi se habían unido a la Luz de Jena, pero uniéndose ante Ella, sus hijos respetaron sus deseos.
¡Por la Diosa! ¡Me he alargado en esta explicación y se me ha olvidado preguntarte sobre ti, hijo mío! Perdona a tu madre y dígnate a contestar a esta humilde carta.
Jena Aiye,
Tu madre,
Tridi Lillo
Mi querido hijo,
¿Has oído hablar alguna vez del cofre de Bravichi Lenardi, el padre de la Karae?
La historia recoge que todos los conocimientos botánicos de Bravichi se perdieron para siempre. ¡Imagínatelo! Murió en la hoguera, por supuesta herejía mas fue en realidad por apoyar a Yrkanis. Evidentemente, el hecho de que le ayudase a escapar del Reino, salvándole por poco de una muerte ordenada por Jinovich en persona, no era de extrañar…
Toda su obra fue quemada en público. No guardar ninguna traza de lo que ha escrito un hereje, ya que podría traer la ira de Jena. ¡Menuda época! ¡Tergiversar así la voluntad divina para su gloria personal! El futuro de Jinovich era previsible, la Diosa no podía tolerar semejante abuso eternamente…
De todas maneras, Bravichi Lenardi consiguió salvar los principales cubos de ámbar que encerraban sus conocimientos. Yo obtuve esta información de la Karae Lea en persona, a quien se lo dijo su padre, poco después de su arresto, que había confiado un cofre “a una persona de confianza”.
Yo creo que la Karae jamás se recuperará de lo que considera una traición de su padre. ¿Quién era la persona en la cual confiaba más que en ella? ¿Por qué no le había confiado ese cofre si era valioso, a ella, su hija? ¿Fue a Yrkanis? ¿Era alguien a quien ella conocía, y que seguía inclinándose modestamente ante ella como si nada hubiera pasado? ¿Y si los conocimientos de su padre están ocultos fuera del Reino? Una de las pistas seguidas secretamente por Lea le condujeron al Imperio, ¿Puedes creerlo?
Hijo mío, la Karae es joven y su embarazo está bastante avanzado, pero sin embargo, ¡Si vieras con la determinación con la que se lanza a la búsqueda secreta de este cofre! Tengo la suerte de servir a una gran Reina. Su prestancia, su autoridad, el arte con el que ella gestiona una búsqueda de esta envergadura sin que los que le son cercanos se enteren -¡Ni siquiera el Karan!- lo demuestran.
Hijo mío, una vez más se me olvidan todas mis obligaciones para contigo. ¿Cómo te encuentras? Me dijiste en tu última carta que tus superiores estaban considerando promocionarte. ¿Qué tal va? ¿Tengo el privilegio, sin saberlo, de ser la madre de uno de los Tenientes de nuestro ejercito? ¡Tengo ganas de leerte para saber más!
Que la Diosa cuide de ti, hijo mío, y que Ella me de la alegría de volver a verte pronto.
Jena Aiye,
Tu madre,
Tridi Lillo