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Primera Parte
Por muchos años nuestro pueblo prosperó en las Tierras Antiguas de Trykoth en el vigor de la paz que nuestra alianza con los Fyros procuró.
El acuerdo original fue que nosotros supliéramos agua para la expansión de las ciudades Fyros del norte, y ellos nos proveerían protección contra nuestros vecinos Matis quienes estuvieron descaradamente lanzando sus codiciosos ojos sobre nuestras tierras. Por cierto, esto ocurrió en la época en que los Matis embalsaron el gran río Munshia, que nace en su territorio y desemboca en los eriales de los Fyros. Así que no sólo haríamos una ruta por un trozo de sus tierras, sino que también les sacaríamos negocio al agua, ja… Aun así, se lo han merecido por gravar en exceso su agua en primer lugar. Igual que los Matis por entrometer sus narices, sin sentido del comercio…
Más de diez mil homins libres, Trykers y Fyros trabajaron durante cuatro años y medio para esculpir un acueducto de seis metros de ancho a través de 500 millas de corteza plana a lo largo de la costa de los Matis. Treinta grandes molinos a lo largo del camino agitaban el agua alimentándola en un flujo interminable desde los lagos de Trykoth hasta las dunas del desierto de los Fyros en el norte. Los asentamientos surgieron a lo largo del camino, muchos de los cuales se convirtieron en puestos de protección o ciudades comerciales, y fue el comienzo de una nueva forma de vida.
La ruta Norte-Sur de agua pavimentó el camino para nuevos comercios, todo desde savia de silverweed, lino de luna, resina de auberwood y grasa de prakker. Aquellos fueron días de gloria como nuestro abuelo decía, bendita sea su alma… Oh, sin duda no todo eran trapos de lana y lirios todos los días, te lo garantizo. Hubo algunos problemas, ¡en forma de Matis en su mayoría, tan verdes como un sapo de savia, estaban, y se mordían los dedos de tanta codicia! Pero, en general, la gente vivía una vida bastante alegre; mucha comida y bebida, bailes y juergas y, además, mucho trabajo durante todo el año, con el mantenimiento, las reparaciones y la venta ambulante...
Sí, todo iba tan bien como una almeja en una concha cuando los Fyros -nunca contentos con su suerte-, como de costumbre, metieron las narices donde no debían y provocaron sin querer un enorme incendio que se extendía desde Coriolis hasta Destranon.
Bien, para hacer la historia corta, el nuevo rey Matis, Aniro III, aprovechó que los Fyros estaban envueltos en fuego y arrasó la ciudad de Karavia a mitad del camino en la ruta del agua matando a todo lo que levantara una ceja. Todos muertos, desaparecidos, todo en una noche. Horrendo, fue, impensable... Se me hace un nudo sólo de pensarlo...
Fueron tiempos realmente tristes los que les tocaron a nuestros padres. Pues bien, después de abrirse camino a través de las aldeas y puestos de avanzada de la ruta del agua, arrasando todo a su paso, el oscuro Duque, Gioni di Tylini envió un ultimátum a las puertas de nuestra montaña para que depusiéramos las armas o nos cortarían hasta el tuétano a nuestras esposas e hijos. Pues bien, fieles a nuestro espíritu amante de la vida y siempre rápidos para adaptarse a una situación complicada, los jefes de la tribu Tryker pensaron que lo mejor era quedarse con los vivos para luchar otro día.
A pesar de ello, muchos Tryker se arriesgaron en las colinas que daban a la infranqueable gran muralla de los Zoraï. Pero una vez que los Matis se acercaban a ellos, se convertían en presa fácil, y los Matis hacían ejemplos de la mayoría de ellos.
Fuimos agrupados por miles, conducidos a los territorios de los Matis, donde fuimos divididos y distribuidos por las tierras. Durante más de cincuenta días y cincuenta noches, nos pusieron a trabajar duramente en la fabricación de armas y en el vagabundeo en general, hasta que llegó la respuesta a nuestras plegarias, no desde el cielo, sino desde el subsuelo: Loria y su compañía de intrépidos Trykers iban a cambiar nuestra forma de pensar, y a sacar a relucir nuestros verdaderos colores de una forma que jamás habríamos soñado…
Segunda Parte
Loria fue la hija de un raquero, una doncella de complexión delgada pero corpulenta que conocía las cavernas subterráneas mejor que nadie. Cuenta la leyenda que, antes de iniciar la marcha forzada bajo escolta armada fuera de la región de la laguna de Trykoth, una noche se escabulló de la empalizada, desencadenó a un fornido grupo de playeros y los condujo limpiamente entre los vigilantes matis hacia las colinas del sur. Pero en cuanto el sol empezó a salir y a disipar la niebla estival, el jefe matis se enteró de la fuga y envió una partida de búsqueda de veinte personas a lomos de mektoub, espoleada por el incentivo de la recompensa si traían todas las cabezas antes del anochecer.
A pesar de que los Trykers vadeaban y cruzaban los arroyos siempre que podían para evitar dejar huellas y dejar caer su olor, los Matis no tardaron en pisarles los talones. A última hora de la mañana, cada vez que la brisa se levantaba y cambiaba hacia el interior, los inconfundibles sonidos del galope constante de los mektoub y las lenguas de los matis llegaban al oído, lo que significaba que los perseguidores estaban a sólo una hora de cabalgata. Aun así, Loria empujó a su compañía manteniendo el rumbo inicial hacia el sur por el sureste, aunque no sin tener que darles algo de seguridad. "La montaña a la izquierda, la muralla Zoraï por delante, los Matis por detrás, en mi opinión tendríamos más posibilidades si nos dirigimos hacia el oeste", dijo Bodley Shaines, un tipo corpulento al que Loria conocía desde la infancia.
- "No, nuestro único santuario se encuentra donde los Matis no se atreven a pisar", respondió, "donde ves la gran raíz que brota allá desde el vientre de Atys. Desde allí seguimos las galerías hacia el este, bajo la gran montaña, hasta la tierra de los matis, para liberar a nuestros hermanos".
- "¡Seríamos más útiles para nuestros hermanos si salváramos primero nuestro pellejo, digo yo!"
- "No, Bodley", dijo Bremen Layley, "Loria tiene razón, el oeste de Trykoth está plagado de criadores Matis de gingos que cazan a los corredores". Como si secundara el razonamiento de Bremen, se oyó el eco de un aullido nauseabundo procedente de una cacería en algún lugar lejano del oeste.
- "Bueno, yo me quedo con Loria", dijo Ticker O'Flaney.
- "Yo también", secundó Binney Torly.
- "Créeme, Bodley,otra hora de marcha y estaremos a salvo"." Insistió Loria.
- "Oh, bueno, supongo que no te dejaré ahora. Además, ¡alguien tiene que cuidarte, princesita!"
- "Bien, ¡ahora guardemos el aliento para la caminata!" Sin más preámbulos, Loria apretó el paso, alargó la zancada y fijó la vista en el altiplano de más allá, seguida por Ticker O'Flaney, Bremen Layley, Binny Torly, Jeffy Payne y, por último, pero no menos importante, Bodley Shaines, que se mantenía en la retaguardia. Siguieron caminando, atravesando los densos arbustos y matorrales del sotobosque, sobre las crestas de hierba y bajando por las laderas bajo el sol de principios de verano que calentaba las magníficas flores de lirio realzando deliciosamente su fragancia. No siempre era fácil concentrarse en la huida y el asesinato y cosas por el estilo en una tierra bendecida con tanta armonía natural. En un momento dado, Ticker O'Flaney no pudo evitar un silbido, pero fue reprendido por Loria cuando prorrumpió en una canción. En otra ocasión, Bodley Shaines recibió una buena reprimenda por recoger bayas de matorral y por holgazanear en general.
Al final se encontraron en la cima de la meseta, en cuyo centro había una profunda hendidura en la que el gran tallo se adentraba en las entrañas prohibidas de Atys. Los seis homines Tryker se quedaron asombrados ante la gran raíz que se abría paso hasta el dosel, y luego se volvieron al unísono para contemplar las lagunas azules que brillaban en la distancia como sedosas extensiones bajo el cielo del mediodía.
- "Mira hacia allá, hacia el mar", observó Bremen Layley, "parece que nuestros barcos de sal están en rumbo a Karavia".- "Quizás nuestros compañeros estén viajando a tierras Fyros…" añadió Binney.
- "¡Unámoslos para enfrentar a los invasores!"
- "¡Tres gritos por la libertad!" se alegró Ticker, pero Loria alzó la mano.
- "Miren otra vez," dijo ella solemnemente, "las banderas reales que pueden ver no pertenecen a ninguna tribu de Trykoth!"
- "¡Matis!"
- Vean la ruta del agua, vean los rebaños que son llevados a la esclavitud..." Mientras Loria señalaba las masas oscuras que representaban a los miles de prisioneros Tryker, sus oídos se alertaron repentinamente del galope de los mektoubs que subían por el sendero a menos de novecientos metros al otro lado de la meseta detrás de ellos. Los caballeros Matis debían haberlos visto y habían tomado el camino de herradura para tomar a los Trykers por sorpresa.
- "¡Rápido, a la caverna!" gritó Loria.
- "¡La cuesta está demasiado lejos, no llegaremos a tiempo!"
- "¡Al borde de la hendidura, hay una liana por la que podemos bajar!", gritó Loria. Los Matis estaban a sólo trescientos metros de distancia cuando los Trykers se aferraron a la liana, todos se balancearon sobre la cornisa y comenzaron a deslizarse por la escarpa de cincuenta pies, es decir, todos excepto uno.
- "¡Vamos, Bodley! ¿Qué estás haciendo?" llamó Loria desde la cornisa.
- "Manteniendo a los Matis a nuestras espaldas, sigue a los muchachos ahora, Loria, ¡estarás abajo para cuando haya cortado esto lo suficiente!"
- "Pero Bodley!!"
- "¡Yo confié en tí, ahora es tiempo de que confíes en mí! Vamos, estaré bien mientras te muevas". Bodley siguió cortando la liana con su navaja mientras los Matis se acercaban.
Tercera Parte
Los primeros caballeros que blandían sus espadas no estaban más que a diez metros de Bodley cuando éste se giró y les lanzó una bolsa llena de espinas de matorral en el camino. Los mektoubs se encabritaron ante las espinas y arrojaron a sus jinetes, lo que dio al audaz Tryker un instante para ver que la compañía había tocado el suelo y que Loria estaba ya a dos tercios de la escarpa, y entonces él también resbaló por el saliente. Un furioso caballero corrió tras él, pero al ver el estado de la liana se volvió hacia su jefe.
- "El desgraciado ha cortado la liana, no nos aguantará, señor,"
El jefe matis avanzó hacia la cornisa. "Volved a vuestros mektoubs", ordenó y se deshizo de las hebras de liana que quedaban. "¡Se dirigen a la caverna! Hacia el camino del otro lado", gritó antes de salir al galope. Bodley estaba a mitad de camino cuando la línea de vida se cortó por completo. Pero el astuto muchacho dio una patada desde la pared de la escarpa en el último segundo para arrojarse sobre una frondosa rama de lirio en flor, amortiguando así la caída, pero que luego lo llevó al suelo con un golpe seco en medio de una generosa pila de estiércol. Se puso en pie, bastante disgustado, pero sin que se le notara el cansancio, entre risas y vítores, ahora que los Matis habían sido frustrados. Porque la pendiente que descendía hacia el lecho de la hendidura estaba a unos trescientos metros en el lado más lejano, mientras que los Trykers sólo tenían treinta metros que los separaban de la entrada de la Raíces Primarias, y todos sabían que los Matis nunca irían en contra de la Ley ni se aventurarían tras ellos. Pero Loria, la única que no tenía una sonrisa en el rostro, tomó al Tryker por la solapa manchada de estiércol, y le dio un olfateo en el brazo.
- - "Torbak, y fresco..." pronunció con una oscura mirada hacia la caverna de su refugio. En el mismo momento surgió de su interior un horrible y rugiente bostezo que adormeció sus sentidos.
Los Matis corrían por la meseta hacia la ladera más lejana y Loria sabía que estarían dentro de la arena flanqueándolos en menos de un minuto. Bodley se arrodilló tanto por agotamiento moral como por desesperación.
- "¡Levántate, homin!" gritó ella, "aún no hemos terminado, levántate, nos espera una batalla mayor. Ahora trágate tu orgullo y haz lo que yo haga, todos ustedes". Cogió una gran hoja de la Raíz Primaria, la untó en el estiércol de los torbak y procedió a frotarla en su ropa. Los demás hicieron lo mismo a regañadientes mientras los jinetes Matis bajaban atronadores por la ladera. "Ahora, preparen su corazones, mantengan la calma y no corran, el olor que ahora llevan nos cubrirá". Loria entonces se adelantó mientras los Matis venían cargando blandiendo las espadas con el capitán gritando: "¡Sólo sus cabezas!"
Sin inmutarse por los gritos de matanza de los Matis, Loria continuó su progreso seguro y constante hacia el peligroso refugio de la Raíz Primeria con su compañía cerca, todos en un solo bloque. Los Matis estaban a sólo veinte metros de sus cabezas cuando llegaron a la sombra de la entrada de la caverna cuando, de repente, se oyó un rugido espantoso y una manada de cinco grandes torbaks se pavoneó ante ellos. Incluso a un paso de las fauces de la muerte, Loria no vaciló en su paso, y condujo a su compañía entre las formidables criaturas sin que éstas dieran a los Trykers ni siquiera una olfateada. Los mektoubs al galope se detuvieron en seco, lanzando a los primeros jinetes asombrados al camino de los impresionantes depredadores, que a continuación clavaron sus cuernos de sable en los blandos vientres de los Matis para asegurar cada bocado inesperado antes de pasar al siguiente en una frenética borrachera de muerte.
Sólo dos Matis del total de la tropa pudieron regresar para contar como ellos habían sido atrapados por una bruja, clamando que no solo tenía el poder de conjurar criaturas malignas y enviarlas sobre sus enemigos, sino que se atrevió a infringir la Ley y descender a las cavernas prohibidas del inframundo.
La Compañía de Loria no se quedó en el banquete, sino que continuó para cumplir con su heroico destino a través de las Raíces Primerias bajo la gran montaña hacia la batalla mayor.
— según lo contado por Derry O'Darren, Cronista Tryker